Para el especialista en historia de los procesos políticos y culturales en México y América Latina de los siglos XIX y XX, Ricardo Pérez Montfort, el concurso “México Canta”, con el que el gobierno de la 4T busca “crear nuevas narrativas musicales que se alejen de la apología de la violencia”, es una iniciativa de “gran valía” para contrarrestar la avalancha de mal gusto y carencia de talento que muestran compositores misóginos y machistas dentro de la música popular en nuestro país.
Rafael Maya
-¿Qué opina del concurso “México Canta” que pretende impulsar la música popular, donde no se exalte la violencia y al narcotráfico?
-Es una iniciativa importante. Hacía mucho tiempo que desde las esferas de gobierno no surgía una iniciativa así. Desde los años 70, al menos, los gobiernos del PRI y PAN dejaron gran parte del desarrollo de la música popular en manos de las empresas privadas de comunicación masiva, especialmente Televisa y sus derivaciones, y en el negocio de la radio y la producción de música popular. Eso implicó que mucho del talento musical que no se sometía a los requerimientos de la comercialización barata y el mercantilismo, se quedara al margen del público. Esas empresas, más que fomentar el buen gusto o la creatividad de los jóvenes o compositores consagrados, dedicaron gran parte de sus transmisiones a la venta de imagen y sonido que más que apelar a la originalidad, siguiera las pautas de la utilidad comercial y de los lugares comunes ya probados. Más que escuchar e invertir y arriesgar en nuevos talentos, se cayó en un estancamiento que repitió las fórmulas más baratas y menos originales del enorme repertorio nacional, con algunas honrosas excepciones. Si a esto se añade el descuido en materia educativa y de difusión cultural de los gobiernos, a los que tampoco les interesaron otros rubros como la justicia social y el beneficio económico de las mayorías, puedo afirmar que caímos en lo que alguna vez llamé un “desastre cultural”, fomentado por los gobiernos neoliberales. Esa fue una de las razones por las que la apología de la violencia, el machismo y la misoginia se apoderaron de buena parte de la música mexicana. La impresión que me causa que se eche a andar un proyecto como “México Canta” resulta de una relevancia particular. Si bien no me gusta mucho la idea de un concurso, porque apela a una competencia en la que no siempre se compite en igualdad, creo que la iniciativa de contrarrestar la avalancha de mal gusto y carencia de talento que muestran los y las compositore/as misóginos y machistas, o los apologistas de la violencia o el narco, es de gran valía. Ojalá que el jurado esté a la altura y no caiga en la tentación de premiar lugares comunes como el nacionalismo acendrado o el sentimentalismo anodino.
-¿Qué le parece que a través de la música popular y sus letras se busque un cambio cultural a favor de la paz?
-Como historiador me parece muy importante que se fomenten los cambios culturales y sociales a partir de una posición crítica de fondo y poco condescendiente con el utilitarismo y la mercantilización de la cultura. Para ello no sólo debe haber una conciencia gubernamental sobre la necesidad de cambiar para mejorar la situación actual, sino también para no caer en errores del pasado. La educación juega un papel de gran importancia. Creo que si se educa de manera crítica y creativa a la niñez y a la juventud, los cambios culturales se podrían dar con mayor efectividad. Y, en ello, también es relevante el papel que desempeñan los medios de comunicación. No creo que los cambios culturales y sociales se logren a partir de los mensajes que puedan traer las músicas populares y sus letras, pero sí puedan influir de ciertas maneras. Sería más pertinente pensar que dichos cambios traerían su propia música y sus propias letras, como lo hemos podido constatar en momentos de crisis que han caracterizado al último medio siglo. Si se logran cambios importantes en materia educativa y de fomento cultural, la música de mañana mostrará una mayor riqueza y creatividad.
-¿El reguetón, corrido norteño o tumbado y la banda sinaloense contribuyen con sus letras a que la juventud incurra en violencia criminal o de género?
-Me temo que esos géneros musicales muestran más el deterioro en el que han caído ciertas corrientes culturales fomentadas por medios de comunicación irresponsables, sólo interesados en su utilidad y mercantilización. Su popularidad se ha incrementado por la falta de una educación crítica y básica, así como en el descuido del fomento cultural que les corresponde impulsar a los gobiernos. Los jóvenes que consumen esas músicas lo hacen porque es la única opción que tienen frente a la invasión masiva de la comercialización barata. No creo que eso los lleve necesariamente a la violencia criminal o de género. Sin embargo, las pocas opciones de desarrollo cultural que se les ofrecen, la mala educación y la falta de oportunidades, así como el incremento de las injusticias sociales y la corrupción que sigue imperando en muchos ámbitos, son causas que los orillan a incurrir en actitudes antisociales.
-¿Qué otros factores inciden para que las y los jóvenes se sientan atraídos hacia el consumo de drogas, o que idealicen a personajes del narcotráfico?
-Los jóvenes se sienten atraídos hacia el consumo de drogas o idealizan la vida de personajes del narcotráfico por la falta de otras opciones culturales, sociales y políticas, además del embate cotidiano de los medios y las redes irresponsables.
-¿El gobierno debe restringir o regular la difusión de mensajes violentos a través de la música popular?
-Si se apuntala la educación crítica y la difusión cultural seria y comprometida con los cambios sociales, económicos y culturales en este país, no sería necesario restringir o regular la difusión de mensajes violentos a través de la música. Pero para ello debe haber una voluntad política más decidida y presupuestos mucho más amplios para las instituciones culturales. Iniciativas como “México Canta” deberían ampliarse a otros gremios: pintores, artesanos, bailarines, cineastas, fotógrafos y demás. Las secretarías de Cultura estatales deberían ponerse en manos de gente capacitada y no de las primeras damas o compadres políticos. Se necesita una renovación general de las políticas de promoción y difusión culturales. Es ahí en donde creo que sería más efectivo el quehacer gubernamental para contrarrestar las apologías a la violencia, al narcotráfico, a la misoginia y al machismo.
-¿Qué papel podrían jugar las casas productoras para que los nuevos valores tengan letras más propositivas?
-Gran parte de la situación en la que estamos actualmente es responsabilidad de esas casas productoras y de los medios masivos. Si algo se quiere hacer en favor de letras más propositivas, con mensajes por la paz y contra la violencia, lo primero que habría que transformar es la tabla de valores de los encargados de dichas producciones. Tratar de que no sean la utilidad y el éxito comercial los que gobiernen los criterios de selección de los nuevos valores, sino más bien apostarle a una mayor creatividad y un mayor fomento del talento, en las que un uso original del lenguaje poético, las armonías y de los ritmos, pongan a prueba el gusto del público. Pero eso, otra vez, sólo se logra con un verdadero cambio cultural, político, económico y social, apuntalado por una educación crítica y constructiva, tratando de fomentar, más que la competencia individualista, la colaboración y el trabajo conjunto y comprometido.