La pérdida de registro nacional del Partido de la Revolución Democrática
Partidos Políticos, Principales

La pérdida de registro nacional del Partido de la Revolución Democrática

René Juvenal Bejarano Martínez

Breve historia del PRD

El Partido de la Revolución Democrática (PRD) fue un resultado histórico de la insurgencia cívica del neocardenismo, formalmente constituido el 5 de mayo de 1989, hace poco más de treinta y cinco años. Tuve el honor de participar en su fundación y fui miembro activo hasta septiembre de 2017. El PRD ha pasado por diversas etapas, cada una con sus propios desafíos y logros.  

Desde su fundación en 1989 hasta finales de 1994, el PRD enfrentó un periodo de acoso y represión por parte del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Este periodo fue particularmente oscuro, ya que más de quinientos militantes perdieron la vida por causas político-electorales. En los meses finales de 1993, el partido oficial decidió postular a Luis Donaldo Colosio como parte de una estrategia para consolidar un sistema político bipartidista de derecha bajo la ideología del “Liberalismo Social”, buscando así marginar a la izquierda mexicana. Las pugnas internas en el oficialismo condujeron al asesinato de Colosio, pero el PRI mantuvo el poder con Ernesto Zedillo.

A pesar de estas adversidades, el PRD resistió y obtuvo alrededor del diez por ciento de los votos reconocidos en 1991, lo que permitió tener cincuenta diputados federales en la LV legislatura, en la que participé. En 1994, en la segunda candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas a la presidencia, el partido alcanzó casi el veinte por ciento de los sufragios.

El “error de diciembre” y el surgimiento del neozapatismo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), junto con el proceso de consolidación organizativa del PRD, permitieron al partido empezar a ganar elecciones, primero a nivel municipal y luego incluso gubernaturas como Tlaxcala, Baja California Sur, Zacatecas y el Distrito Federal. Esta fue la época de auge electoral del PRD, llegando a tener más de ciento veinte diputados.

En el liderazgo nacional del partido transitaron figuras como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador. Durante estos años, el partido enfrentó una lucha interna por la línea política, entre sectores moderados que favorecían una “transición pactada” o el “gradualismo” y los más radicales, entre los que me incluía. Además, había disputas sobre la relación que debía tenerse con el PRI y el PAN, estando prohibidas las alianzas con estos partidos.

Se ha argumentado que la causa principal del desgaste paulatino del PRD fue la intensa lucha interna entre sus corrientes conocidas como “tribus”, y que el partido se volvió “salvajemente grupero”. No comparto esta visión, pues a pesar de estas dificultades, el PRD siguió ganando elecciones y acumulando fuerza. Esto fue evidente incluso en el año 2000 bajo el efecto Fox y en 2006, cuando ganamos nuevamente la presidencia con López Obrador, aunque no se nos reconoció el triunfo.

La larga agonía del PRD comenzó cuando el Tribunal Electoral Federal impuso a Jesús Ortega, líder de “Los Chuchos”, como presidente nacional del partido en lugar de Alejandro Encinas, quien había ganado las elecciones internas. Desde 2008, la corriente moderada de “Los Chuchos” controló la dirección nacional del partido, con figuras como Jesús Ortega, Graco Ramírez, Guadalupe Acosta Naranjo, Carlos Navarrete, Agustín Basave, Alejandra Barrales, Manuel Granados y Jesús Zambrano. La firma del “Pacto por México” en 2012, ya con Enrique Peña Nieto como presidente, exacerbó la sangría de militantes que se convirtió en una hemorragia con la renuncia paulatina y continuada de miles de líderes nacionales, regionales y locales.  

El proceso de recomposición y reacomodo de fuerzas dentro de la izquierda mexicana siempre ha incluido la búsqueda de la unidad de las fuerzas progresistas, democráticas y de izquierda. Cuando la línea política extraviada condujo al desdibujamiento del perfil opositor del partido, el movimiento buscó un nuevo instrumento en MORENA. Una ruptura anticipada al “Pacto por México” habría regresado a la izquierda a la dispersión atomizada de sus integrantes, lo cual habría sido suicida.

En 2014, con MORENA ya registrado como partido político nacional, la Izquierda Democrática Nacional (IDN), de la cual yo era dirigente, pudo haber recuperado la presidencia del PRD con la candidatura de Dolores Padierna. Sin embargo, la corriente de Marcelo Ebrard postuló a Armando Ríos Piter, dividiendo la votación y posibilitando la elección de Jesús Zambrano como presidente del partido, con Dolores como secretaria general.

La historia final del PRD se asemeja a la “Crónica de una muerte anunciada” de Gabriel García Márquez. Desde 2008, a pesar de múltiples advertencias, el trágico destino del partido no pudo ser evitado. Renuncié al PRD en septiembre de 2017, y desde entonces, he observado con una mezcla de tristeza, por el desgaste de lo que fue el PRD y satisfacción por cómo la izquierda mexicana ha avanzado, con el triunfo de López Obrador en 2018 y la acumulación de veintitrés gubernaturas, hasta el reciente triunfo de Claudia Sheinbaum.

El declive final del PRD se está viviendo en 2024, marcando una derrota para el tipo de izquierda que lo dirigió de 2008 a 2024. Aunque su final es triste, sobre todo por quienes entregaron su vida en aras de la revolución democrática, retomamos su legado en el cambio de régimen en curso.

22 de julio de 2024