El gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, utiliza los recursos del Estado para monitorear, catalogar y estigmatizar a la prensa, mediante un programa que la Casa Blanca lanzó llamado A Call to Action (Llamado a la acción).
Con ese programa, se invita a la ciudadanía estadunidense a denunciar supuestos “sesgos mediáticos” en la prensa del país vecino. Con esta estrategia, Trump pretende movilizar a su base electoral para que esté alerta sobre la información difundida, mientras que, por otro lado, construye una base de datos.
Asimismo, el mandatario estadunidense inauguró nuevas secciones en el sitio web de la Casa Blanca como “El Salón de la Vergüenza” y el “Infractor Mediático de la Semana”, de forma que ahora el criticado magnate levanta la bandera de “defensor de la verdad”.
Este modelo es similar al que se implementó en México en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, llamado “Quién es quién en las mentiras de la semana”, una sección que, desde entonces, se presenta cada miércoles durante las conferencias matutinas, pero ahora con el nombre de “Detector de Mentiras”.
Sin embargo, el modelo estadunidense sistematiza su vigilancia en un sitio que todo el mundo puede ver, a diferencia del modelo mexicano. El peligro más inminente con el programa estadunidense, según observadores internacionales, es la autocensura de los medios de comunicación.
La medida de Trump no es nueva, pues sigue el ejemplo del presidente Richard Nixon, quien hizo una “Lista de Enemigos” (un documento con los nombres de periodistas hostigados por el gobierno), que era secreta, pero cuando se supo la verdad generó mucha polémica en EU.
El nuevo programa se suma a la lista de ataques contra la libertad de prensa por parte de Trump, quien se jacta de descalificar el trabajo de las y los reporteros al llamarlos “odiosos” y “pésimos”, o de ejercer la violencia de género al llamar “estúpidas” o “cerditas” a las comunicadoras.
Abraham Pensamiento





