El Twitter de Musk: la esfera pública digital secuestrada
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El Twitter de Musk: la esfera pública digital secuestrada

Enrique Iturralde

Desde que la plataforma X –anteriormente conocida como Twitter– fue adquirida por Elon Musk, las problemáticas inherentes a este medio social –considerado en sus mejores momentos como una esfera pública digital– se han exacerbado. Especialmente en cuanto a la amplificación de la desinformación, la propagación de noticias falsas y la difusión del odio o el acoso a personas o grupos específicos.

Esta percepción de una distopía tecnológica se intensifica al considerar que es el propio magnate sudafricano quien impulsa dichas dinámicas, pues encontró en X el escaparate ideal no solo para difundir sus sesgos ideológicos, sino también para intentar influir, de facto, en el ámbito geopolítico global conforme a sus intereses políticos y personales.

Elon Musk, el multimillonario “cool” de ideas radicales

Para entender mejor el declive de Twitter resulta pertinente revisar el perfil de su actual propietario. Musk crece en el entorno del profundo racismo del apartheid, en Pretoria, Sudáfrica. Si bien su papá fue concejal de la ciudad, con una posición liberal respecto a la segregación racial, Elon creció en un entorno de privilegios al que sólo podía acceder la elite blanca.

A los 17 años, emigró a Canadá para continuar sus estudios y luego a Estados Unidos, donde emprendió una serie de startups que abarcan desde PayPal, el servicio de pagos en línea, hasta SpaceX, empresa de transporte aeroespacial, además de Tesla, fabricante de automóviles eléctricos. El empresario ha amasado una fortuna de 239 mil millones de dólares, lo que lo posiciona como el hombre más rico del mundo (Forbes, 29 de agosto de 2024).

    No obstante, lo más llamativo de Musk no es su riqueza, sino su controvertida conducta. Incluye la autopromoción ególatra que hace de su imagen, como la de un genio emprendedor y gurú tecnológico de actitud relajada. Se identifica incluso con personajes icónicos de las industrias culturales como los multimillonarios, Tony Stark o Bruce Wayne, alter egos de Ironman y Batman.

     No obstante, más allá de la narrativa capitalista engañosa del self-made man, destaca su inclinación ideológica hacia la extrema derecha. El magnate se ha mostrado cada vez más radical desde la pandemia, cuando descalificó medidas y vacunas. En varias ocasiones ha manifestado públicamente su rechazo al progresismo, al que considera un “virus woke” que afecta las mentes.

     Musk también ha demostrado una cercanía preocupante con figuras de la facción más extrema del Partido Republicano estadounidense, como Donald Trump y Steve Bannon.

    El magnate compró formalmente Twitter el 27 de octubre de 2022. Después de varios meses de negociaciones, controversias, y hasta un intento de retractarse de la compra, finalmente completó la adquisición de la plataforma por un valor de aproximadamente 44 mil millones de dólares.

“X”, el declive de Twitter

Twitter, una plataforma de microblogging. Fue fundada en marzo de 2006 por Jack Dorsey, Biz Stone, Noah Glass y Evan Williams. Su mayor atractivo era que se podían enviar mensajes cortos de hasta 140 caracteres. Los “tuits” asemejaban al servicio de mensajes cortos que ofrecen los teléfonos celulares, lo que facilitaba la expresión de ideas desde el propio móvil.

 La simplicidad de la plataforma y su enfoque en la inmediatez atrajeron a millones de usuarios, convirtiéndose en una herramienta clave para compartir noticias, seguir personajes públicos y conectarse con personas. La presencia de figuras políticas como Donald Trump convirtió a esta red en el ecosistema digital donde se encuentra el círculo rojo de la política.

     Twitter ganó notoriedad cuando se convirtió también en espacio complementario del activismo social, con movimientos como las “Primaveras Árabes”, el “#MeToo” o el “#YoSoy132”. El imaginario tecno-comunicacional construido alrededor de este sitio lo concibió como una esfera pública digital que propicia el empoderamiento ciudadano (Iturralde, 2018). Sin embargo, la empresa también enfrentó desafíos que incluyen el desarrollo de campañas de desinformación, el uso masivo de bots y el trolling o ciber acoso en usuarios,

    Luego de la compra de Twitter, Musk anunció varios cambios radicales. Entre ellos, la decisión de renombrar la plataforma como «X». Otra medida controvertida fue la eliminación de una parte significativa de los equipos encargados de la moderación y la seguridad del sitio. Se permitió la reinstalación de cuentas polémicas como la de Donald Trump, bloqueada tras la toma del Capitolio en Washington D.C., en 2021.

Las medidas anteriores contribuyeron a la proliferación de los mensajes de odio en “X”, con ataques dirigidos contra grupos y minorías vulnerables. Además de la presencia de las teorías de la conspiración. Destacan también los grupos misóginos radicales o “Incels”, denominados así en la jerga de Internet por considerarlos usuarios célibes involuntarios que odian a las mujeres.

      Un estudio realizado por el Center for Countering Digital Hate (13 de septiembre de 2023) encontró que en “X” permanece la presencia de mensajes que promueven el antisemitismo, el racismo, el nazismo o la supremacía blanca. Una semana después de que los investigadores reportaran 300 publicaciones con discursos de odio a la plataforma, el 86% de los tuits reportados seguían visibles, mientras que el 99% de las cuentas que los emitieron funcionaban. 

     Otro análisis (CCDH, 28 de marzo de 2023) halló que, desde que Musk adquirió Twitter, los discursos dirigidos contra la comunidad LGBTQ+ aumentaron un 119%, con una narrativa “grooming” que relaciona falsamente a la homosexualidad con la pedofilia. Tan sólo cinco de las cuentas que lanzan este discurso generan ingresos de 6.4 millones de dólares por año para “X”, lo que explicaría el por qué siguen intactas. 

El injerencismo de Musk

Lo más preocupante es el uso instrumental que hace Musk de “X”. Al parecer, la adquisición de Twitter no la hizo por las ganancias económicas que genera, las cuales siempre han sido modestas en comparación con Facebook o Youtube, sino por el poder simbólico que significa apropiarse del espacio que concentra el discurso político a nivel global.

    En semanas recientes, Musk tuiteó información que buscaba incidir en el proceso electoral venezolano, enfrascándose incluso en un duelo de diatribas con el Presidente Nicolás Maduro. No hay que olvidar que, en 2019, el multimillonario reconoció en Twitter haber participado en el golpe de Estado en Bolivia, donde se concentra la mayor parte del litio mundial, mientras que Venezuela es abundante en petróleo.

Elon Musk también es acusado de no ser neutral con las campañas estadounidenses. Tuiteó que los Estados Unidos serán Venezuela si no gana Trump. De enero a julio de 2024 ha publicado, al menos, 50 afirmaciones falsas o engañosas sobre las elecciones sin que se incluya ninguna nota aclaratoria de la comunidad y han sido vistas casi 1, 200 millones de veces (CCDH, 8 de agosto de 2024).

El lunes 12 de agosto, Musk transmitió desde “X” una entrevista con Donald Trump, donde el candidato negó el cambio climático y desplegó un discurso anti inmigrante ante la complacencia de su interlocutor.

La esfera pública digital secuestrada

Lejos de combatir la propagación de cuentas automatizadas, el propietario de “X” cerró desde febrero de 2023 el uso gratuito de su aplicación de interfaz (API), para quienes hacíamos extracción de datos del sitio para analizar las diferentes problemáticas sociales que lo atraviesan. Bajo una lógica tecno-liberal, ahora se cobran tarifas altas por extraer solo una parte de los contenidos, lo que aumenta la opacidad de su funcionamiento.

El día que Musk entrevistó a Trump, la Unión Europea le lanzó una advertencia por su permisividad a los discursos de odio en “X”. Las problemáticas de esta red ya existían desde antes. Pero lo cierto es que la otrora considerada esfera pública digital, se encuentra actualmente secuestrada por los intereses privados de un magnate de derecha radical. Un potencial significativo para amplificar los conflictos sociales y políticos a nivel global.

*Profesor de la FCPyS-UNAM

14 de septiembre de 2024