Después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenara desclasificar todos los documentos sobre el magnicidio del presidente Kennedy ocurrido en 1963, se descubrió la relación que la CIA tuvo con los gobiernos de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz para compartir información sobre opositores políticos y agentes cubanos y soviéticos en nuestro país.
El periodista de The Washington Post, Jefferson Morley, quien ha investigado el asesinato de Kennedy por más de treinta años, concedió una entrevista para el diario La jornada, en la que resaltó que el contenido de esos documentos sirve para comprender de mejor manera las relaciones entre las agencias de inteligencia de ambas naciones “que también forma parte de la historia de México”.
Los documentos establecen que la visita de Lee Harvey Oswald (el supuesto asesino del presidente) a la Ciudad de México, ocurrida seis semanas antes del magnicidio, fue vigilada por agentes de la CIA y de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) a cargo de Rodolfo Echeverría, quienes lograron fotografiarlo e intervenir las conversaciones telefónicas que tuvo con funcionarios de las embajadas de Cuba y la Unión Soviética.
Morley mencionó que dicha información se encontraba clasificada hasta el día de hoy, a pesar de que en la década de los noventa se desclasificaron miles de archivos, la CIA se negó a revelar estos detalles porque mostraban que la agencia de inteligencia no pudo evitar el asesinato del presidente, a pesar de que sabían de antemano que posiblemente se estaba planeando un atentado en su contra.
“Lo que sabemos de los documentos ya divulgados es que el centro de intervención telefónica estaba ubicado en un edificio del gobierno mexicano, y la manera en que la CIA obtuvo la cooperación de los mexicanos fue que les dijeron que compartirían las grabaciones con ellos. Los mexicanos brindaron la infraestructura, el personal y la gente que estaba escuchando las comunicaciones (la CIA también tenía a su propia gente escuchando), pero había una sala grande de mexicanos transcribiendo las grabaciones” explicó Morley.
Asimismo, el juez John R. Tunheim, quien fue el cabecilla de la investigación para determinar a los responsables y los motivos de los asesinatos de John F. Kennedy, Robert F. Kennedy y el reverendo Martin Luther King, informó que tras la desclasificación de casi un millón de archivos sobre estos casos en los noventa se logró conocer más a detalle sobre estos trágicos eventos, pero que la CIA continuó escondiendo información clave.
En ese sentido, el juez Tunheim mencionó que más detalles sobre el asesinato podrían encontrarse en los archivos del gobierno mexicano, y que su contenido ayudaría a la investigación; del mismo modo, Morley señaló que tras la desclasificación de archivos de “la guerra sucia” llevada a cabo durante los setenta por el gobierno mexicano, también sería bueno que la presidenta Sheinbaum ordenara que se haga pública la información que las agencias mexicanas tienen sobre el caso Kennedy.

Morley comentó que la desclasificación fue en parte gracias a las presiones de Robert Kennedy Jr. (nominado a secretario de Salud por Donald Trump) y del conductor Tucker Carlson (quien es un partidario de que fue la CIA quien mató a Kennedy), sin embargo, señaló que la desclasificación no podría comprobar las hipótesis de conspiración que han existido por décadas.
Sobre este tema, Morley comentó que los informes no necesariamente van a decir la verdad, aunque también mostró su escepticismo por la versión del “asesino solitario” del presidente.
“Lo que hemos aprendido en los últimos 10 años es que la historia oficial no es la verdad. No tiene sentido ante la totalidad de las pruebas. ¿Qué sucedió? Creo que el peso de la evidencia es que el presidente fue asesinado por enemigos dentro de su propio gobierno, que tenían la capacidad para hacer que pareciera otra cosa, de trasladar la culpa sobre alguien más. Esa es una técnica clásica de la inteligencia. Yo no tengo una teoría, veamos los archivos” concluyó Morley.
Gilberto Barrera
