Mario A. Medina
Lo confieso, hasta la piel se me puso chinita, cuando en la “Mañanera” del miércoles pasado, un grupo de jóvenes cantó el “Himno Migrante”. Se creó por iniciativa de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, con motivo del Día Internacional del Migrante,
Era una “sorpresa”, así lo había adelantado. Habrá quien diga: “y ¿qué tiene de extraordinario ello”? Tiene mucho por lo que significa, no sólo por la letra, sino porque sus intérpretes, son hijos de mexicanos y mexicanas, a quienes la necesidad los llevó a emigrar a la nación vecina del norte, que no debemos olvidar, los gringos nos despojaron de más de la mitad de nuestro territorio.
Según datos recientes de BBVA Research: “ residen en el mundo 12.3 millones de personas migrantes mexicanas. De ellas, el 97.0%, más de 12 millones, residen en Estados Unidos”; 4.1 son indocumentados.
“El 52.6% de la población migrante mexicana en Estados Unidos son hombres y 47.4% mujeres. En los últimos 30 años se ha presentado un proceso de envejecimiento de la población migrante mexicana”, detalla aquel análisis.
El estudio señala que “el nivel bachillerato es el más común entre la población migrante mexicana, más del 20% tiene estudios de nivel primaria o inferior. El 31% de los hombres migrantes mexicanos laboran en el sector de la construcción, las mujeres migrantes, 20.7%, trabajan en servicios educativos y de salud”. En “California, Texas, Arizona e Illinois residen 2 de cada 3 personas migrantes mexicanas en Estados Unidos”, se agrega.
Gracias a su trabajo diario, de sol a sol, esos compatriotas envían mes a mes, remesas en dólares, convertidas en fuente importante de ingresos para México. Se estima que, al finalizar 2024, ingresarán al país, cerca de 66 mil 500 millones de dólares por ese concepto.
Buena parte de esas divisas las generan hijos e hijas de mexicanos que nacieron allá, que vivieron y viven, junto con sus padres. Los migrantes enfrentan una compleja integración a la sociedad estadunidense, que en ocasiones atenúan gracias al orgullo de sus raíces mexicanas.
Aquellos jóvenes cantantes que se presentaron aquel miércoles en la “Mañanera del Pueblo”, ya de nacionalidad estadunidense, han vivido circunstancias difíciles por el bombardeo publicitario del American way of life, la “forma de vida de américa”, que supuestamente ofrece felicidad y una vida económica más holgada.
Lamentablemente los rodea la cultura del consumismo y la obtención del dinero fácil. Además de que los padres de esos jóvenes, han enfrentado la pobreza, y tuvieron que lidiar con la discriminación.
Todas y todos contribuyen de forma significativa a la economía de Estados Unidos, pero al mismo tiempo, buscan preservar la cultura y folklor mexicanos y la unidad familiar.
Es común conocer a una persona que tenga un familiar o amistad residente en Estados Unidos. Habrá quien acá, desde la oposición, califique al “Himno Migrante” como un acto de propaganda. Estoy convencido de que con su presencia y cultura, esos migrantes mexicanos reconquistan el territorio que nos despojaron en el siglo XIX, los gringos de aquella época.
El “Himno Migrante”, del grupo musical Colectivo Legado Grandeza, intenta visibilizar a los mexicanos que viven en el vecino país. “Son los mejores calificados en el mundo”, presumía de ellos el presidente Andrés Manuel López Obrador. Son ejemplo de esfuerzo y valor.
“Verde, blanco y rojo lo llevo en mis venas, como el águila volamos sin fronteras, rompemos la malla que separa tierras, y nacimos con legado de grandeza”, describe el cántico.
En verdad que al escucharlos me emocioné, se me puso la piel chinita, no sólo por lo que dice la letra. En los rostros de aquellos jóvenes, en sus movimientos corporales, de alegría y orgullo, de saberse grandes, aunque no nacieron aquí, son parte de esta tierra morena. Son, efectivamente, un legado de grandeza.
Que no le cuenten…
Dice el senador morenista y antes militante priista, Alejandro Murat que el “golpeador” y priísta neoliberal, David Penchyna, fue quien autorizó el pago “indebido e inexplicable” por 5,000 millones de pesos cuando dirigió esa institución durante el sexenio del expresidente Enrique Peña Nieto. Los dos deben ser investigados. A Penchyna lo recuerdo como diputado federal. Sí, los reporteros sabíamos que el hidalguense era toda una fichita.